Las contraseñas (o passwords, como dirían nuestros amigos los anglosajones) son parte de nuestra vida desde mucho antes que Internet se colara en nuestras vidas. En 1967, John Shepherd-Barron inventó el concepto de PIN (Persona Identification Number o Número de identificación personal) cuando trabajaba en el primer cajero de un banco londinense. Su primera idea fue utilizar una contraseña de 6 dígitos, pero al hablarlo con su mujer ella prefería 4 dígitos, ya que le resultaba más cómodo de recordar. Pero a raíz de la popularización de Internet, cada vez más utilizamos un par “nombre de usuario” y “contraseña” para leer nuestro correo, escribir un comentario en un blog o ver nuestras fotos.
4 Recomendaciones a la hora de establecer una nueva contraseña:
Desde PRISE os comentamos las directrices más importantes a seguir a la hora de crear una contraseña.
Desgraciadamente, estas recomendaciones que damos no son aplicadas tantas veces como quisiéramos. A principios de año, la empresa de seguridad Keeper reveló en su informe anual, en el que analizó más de 10 de millones de contraseñas, cuales eran las 25 contraseñas más utilizadas, siendo la primera de ellas ¨123456¨, correspondiendo al 17%. Un elemento en común de todas estas contraseñas fue que la mayoría tenían seis caracteres o incluso menos.
Estas estadísticas demuestran que todavía queda mucho en la educación del usuario a la hora de que elijan contraseña. Aunque hay que decir a su favor que los bancos siguen haciendo un “favor” al mantener el PIN de 4 dígitos, ya que, ¿qué hay más seguro que un banco?
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